Ella tenía
15 años. Mientras bajaba del avión de su padre le dijo:
— Necesito
comprarme esa bolsa.
— Hija, vale
una fortuna; no tiene caso.
— Papá, ¡La
necesito!
— Gánatela.
— Ya hice la
tarea.
—Gánatela de
verdad.
En
ocasiones, las amigas de su madre la reconocían y le dejaban una moneda de más.
Por desafío
a su padre, las vacaciones las pasó en WalMart. De sol a sol: embolsaba, se
cansaba, no claudicaba. Su palabra, capricho y honor de quinceañera estaban en
juego. Tenía que callar a su padre.
Se le
rompieron las uñas, todas. Se burlaron de ella. Pasó algo de hambre; dicen que
fueron 40 días en un desierto donde ella misma embolsaba los panes.
Finalmente,
alcanzó los 13 mil pesos. No se compró la bolsa; ese dinero —dicen— nunca se lo
ha gastado.