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jueves, 7 de noviembre de 2019

Peligros del volcán


Y uno de los límites que tiene el ser humano, es la pérdida de la capacidad de asombro ante lo sublime y lo majestuoso.

En Atlixco, el turista que llega lo primero que mira es el volcán. Porque la ciudad fue fundada ahí, a los pies de un volcán. Lo comentan, lo piensan, lo observan, lo retratan.

Quienes viven ahí ya no lo miran. Caminan como sin nada pensando en lo mucho que ha subido la luz o con ese nerviosismo de no tener muy claro si dejaron la puerta del refri abierta y ahora todo está descongelándose; piensan que al llegar a casa encontraran un charco de hielos derretidos y olor a pollo echado a perder. El volcán, ya no se piensan más.

Y estamos ahí con la nimiedad del pollo mientras el volcán nos miran sin decir nada. Así pasa, así pasa.

Le pregunté a Alejandro porqué habían cortado. Su novia me parecía preciosa e inteligente… pero cortaron.

—Dime por qué Alejandro.
—Por lo mismo del volcán. Antes no podía pasar un día sin hacérselo. Ahora llevamos más de seis meses sin sexo. Ya ni la miro, creo.

Que peligroso es esto del volcán.

lunes, 10 de junio de 2019

El Meque


Es casi como brujería, pero se llama radiestesia, resulta que hay quienes tienen el atributo, o que digo yo atributo, El PODER de sentir los tesoros y corrientes de agua que están debajo de la tierra.  Pero hay algo más poderoso, se llama “El Meque”. Yo conozco a alguien que lo tiene.

Yo agricultor me di cuenta que es imposible cosechar un buen aguacate en Teziutlán, lo mismo pasa con “El Meque”.  Poco le falta para tener denominación de origen.

De ahí era María Fernanda, de la zona de “El Meque” y entonces, al ritmo de ella lo seguía la música. Iban, decía ella, “tramados”. La música y ella entrelazados, casi amarrados, como la tela buena de muchos hilos que no se desgarra. Es poder, es conexión, es armonía, es una fuerza, que digo yo fuerza, es… “El Meque”.



domingo, 9 de junio de 2019

Valentina


Había una época, en la que todo giraba en torno a Valentina, bueno que ni se llamaba así, pero con eso de que había nacido el 14 de febrero,  me decía que prefería que así le dijeran. En lo personal me gusta más su verdadero nombre, María José, pero yo la respetaba y le decía como ella quería, luego, ya por el cariño terminó siendo Tachuela y ya al final, era la “Pequeña Pulga de Nati” en alusión a su diminuto tamaño, bueno que en realidad no era tan diminuto pero en alguna ocasión escuché que ella le dijo a mi hermano “tachuela”.

Eso me legitimó en apodarle así, en primer lugar por el cariño que le tenía, y en segundo, fue una muy legítima defensa a favor de la estatura de mi hermano… y bueno ella también se legitimó en apodarle a él tachuela porque era su novia. Sí, su novia, a ese grado llegó, y por eso no me equivoco al decir que todo giraba en torno a ella.

La conocí caminando por ahí con otra amiga mía, las invité a las dos, bueno a las tres porque también estaba su hermana. Fuimos a “La Tasca”, un karaoke en el me dejaron firmar en la pared. Aproveché y puse un mensaje: “Si de una me enamoro, me la traigo a La Tasca”; firmé con letra poco legible, pero quienes me conocían sabían que era mi firma, no tanto por la firma, sino por la frase que la precedía.  Ahí, Valentina, su prima Karla y yo teníamos nuestra canción: Muriendo Lento, ellas cantaban la parte de Belinda y yo era Moderatto.

Cuando se ponía bueno el tiempo, nos íbamos a la playa y cuando se ponía aún mejor algo nos tomábamos, normalmente con prudencia, pero alguna vez seguro estoy que la levanté del piso.

Mi hermano y Valentina cortaron, a su nuevo novio le decíamos Poncho 2, lo vimos pocas veces porque creo que duró no más de tres semanas y así la niña por la vida andaba.

Junto a su cama había un buró donde guardaba su diario, si efectivamente ella escribía un diario. Todos los secretos de ella ahí estaban, que sin leerlo creo que resumía todos los secretos de cualquier niña de 17 años. Un 14 de febrero estaba en su casa, y me despedí para ir con mi novia Fernanda, ella estaba indignada de que faltaría a su cumpleaños y para impedirlo me escondió las llaves de mi camioneta. Tuve que extorsionarla quitándole su diario a cambio de mis llaves. Cuando lo abrí para leerlo ella se abalanzó contra mi para quitármelo sin darme mis llaves y yo corrí. Terminamos en la caseta de vigilancia de su fraccionamiento donde ella me dio mis llaves mientras lloraba. Esa fue otra de las veces que la vi llorar, pero las más emblemática fue el día en que se quedó dormida en el camastro con su prima Karla. Les jugamos una broma muy pesada y las amarramos de las agujetas y de las cintas del bikini al camastro. No se podía desatar y se estresaba, yo moría de risa mientras por ahí nadaba. Ya después, fui a ayudarla y nos tomamos una piña colada.

Íbamos al box también. Apoyábamos a mi amigo Yuyo, que precisamente lo conocí un día que Valentina  se quejaba porque quería ir por un café y no a comer un pollo. En su berrinche se levantó de la mesa y se fue a sentar al suelo junto a una columna del restaurante. Ante el abandono, el resto fuimos por ella y la amarramos a la silla de la mesa para que nos acompañe a comer y puse sí, terminó comiéndose un pollo y ganando la amistad del mesero-boxeador.

Pasó el tiempo y hoy de Valentina: ya no sé casi nada.



viernes, 28 de septiembre de 2018

Medio ambiente




No me gusta mucho que me entrevisten, a veces me quedo pensando demasiado tiempo las respuestas. Estuve en el radio hace un par de meses durante la campaña política, a propósito, he de decir que ganamos, por muy poquito, pero ganamos. Bueno ahora sí, a lo que voy, en la entrevista el locutor me preguntó por mis propuestas respecto al “medio ambiente”.

Junto con la palabra cabello, “medio ambiente” también me causa bastante controversia. Se me hace tan “subir arriba”, tan redundante, tan mi ex diciéndome que el adiós era para siempre, tan dos veces lo mismo. Analícenlo.

Así mi mente empezó a analizar a media entrevista la redundancia y concentré todas mis neuronas en solventar la controversia. Tras segundos de mirar al horizonte le dije que mi principal propuesta respecto a “medio ambiente” estaba en la educación.

— ¿Mejores clases de Ecología y Ciencias Naturales? —  preguntó.

— De Español — respondí.

Creo que no me entendió.