
Llovía. Hacia frío pero tenía calor. Lore también corría y disfrutaba la lluvia. La intente mojar utlizando un charco. Mi intento fue inútil: no se puede mojar el agua; Lore era agua. Le di la mano, pero se escurrió entre mis dedos hasta irse. Ella se fue, pero esta vez no me preocupé, ahora entiendo el ciclo. Se irá entre la tierra pero después la misma tierra la sacará a la luz y será el Sol quien la traiga de nuevo hacia mi. Llegará un día en que la lluvia no se me escapará… al menos eso creo. Y digo que lo creo y no que lo aseguro porque la ley de la atracción no es del todo cierta. Odio las palabras de Bob Proctor cuando dice:
“La ley de la atracción está siempre funcionando, jamás puedes escapar. Todo lo que viene a tu vida lo estás atrayendo a la misma. .. podemos simplemente sentarnos y dictar que es lo que queremos en nuestra vidas; y con absoluta certeza llegará.”
Estimado Sr. Proctor, con todo respeto SE EQUIVOCA. El azar SI existe, el destino NO puede escribirse y NO todos los hombres tienen a Adriana Lima en su cama por más que “simplemente se sienten y dicten que la quieren en su vida”. Le doy la razón en parte, porque estoy de acuerdo que normalmente el que siembra su maíz que se coma su pinole, pero señores, no se les olvida que hay heladas, plagas, ladrones… que terminan por provocar no cosechar elotes sino a comprar un invernadero pa´ la helada, un herbicida pa´ la plaga o a levantar una denuncia pa´l robo. Cuestiones como la anterior dan lugar a que Lore me diga que todo es relativo. Ni Proctor, ni Lore; porque ni con absoluta certeza la lluvia llegará pero tampoco queda su llegada a la orden de un relativismo radical donde nada es absoluto ni certero. Por lo anterior reitero “creo que algún día beberé la lluvia”, al final del camino todo está bajo las ordenes del Sol.
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