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domingo, 25 de marzo de 2012

Grandes coincidencias de un experto en margaritas

Era un día de mayo de 2008. Fer nos invitó a Fran y a mi a su casa de Murcia. Sus padres tenían por invitados a la familia Abellán. Yo no le podía quitar los ojos de encima a Sita, la hija menor; y Fer y Fran a la mayor. Amor a primera vista, creo yo. Y es que Sita es una de esas mujeres a las que “te dan ganas de darle un buen beso con ganas”.
La familia de Sita, la familia de Fer. 
Del lado derecho de la mesa: Sita, Fran y yo.

-        ¿Entonces eres de México?  -me preguntó la madre de Sita-

Típico que al hablar de México en el extranjero, surgen al tema: tequila, sol y “mucho bueno margarita”. Luego, llegó uno de esos momentos donde dices una mentira inconsciente, una mentira piadosa contigo mismo, todo con el fin de volver a  ver a Sita:

-       Soy “experto en margaritas”, les podría enseñar a preparar algunas: MAÑANA. 

Había entonces 2 noticias, una buena y una mala. La buena:  iba a volver a ver a Sita. La mala: no tenía ni la menor idea de cómo preparar una margarita.

Una gran investigación de Fran en su laptop nos dio la receta así que al otro día al despertar fuimos a comprar tequila, Cointreau, limones, fresas y hielos. Cuando llegamos del supermercado ya habían llegado las niñas y esperaban ansiosas su margarita para colmar el calor.

Arriesgué mis dedos, pero me lucí al cortar los limones, Fran ágil frapeando el hielo con la licuadora y al final unas margaritas de 5 estrellas, hechas por “expertos” quienes aprovecharon para enseñarle a prepararlas a Sita Abellan y familia.

Fran y Fer dando clases a Sita de
 como preparar una margarita.

Hoy en el camastro -me tomaba la segunda margarita que he preparado en mi vida-, mientras tanto me acordaba de toda esta historia y especialmente de Sita.
Yo acordándome de Sita

Mientras bebía, saqué mi Iphone para ver un poco el Twitter y como trending topic: el nuevo anuncio de Loewe. Me puse a ver en Youtube el video y what the fuck: veo como protagonista a Sita Abellan. No sé si preparé muy cargada la margarita de hoy (y me hizo alucinar) o efectivamente una gran coincidencia sucedió.

LES DEJO EL VIDEO:


Sita en el comercial de LOEWE a partir del 2:21 y 2:49

martes, 6 de marzo de 2012

Hola Paulina, le dije

7 horas seguidas de clase… y luego Wal-Mart, así eran los martes. Odié todos, excepto uno.

Martes 9 de mayo de 2006  —¿ven con qué exactitud recuerdo la fecha? Siempre es así cuando uno evoca situaciones de peligro extremo—, compraba algunos yougurts de fresa cuando de pronto ella pasó y tiré todo el anaquel.
-       
          --Fíjese joven-- Me dijo una dependienta que ahora tenía que arreglar ese desorden.

Y claro que me estaba fijando, de hecho no me podía dejar de fijar … en ella. El desorden de siete yougurts tirados no tenía nada que ver con el desorden en cada una de las células de mi cuerpo al verla caminar.

Los pasillos del súper se convirtieron en una pasarela donde ella caminaba. Su faldita del Colegio Sagrado impidió que siga el orden de la lista y simplemente seguí cada uno de los pasos de Paulina. Ella señalaba y su empleada colocaba el producto en el carrito, luego discutía con su hermana algunas cosas e indicaban a la empleada otra cosa.

Mi roomie, que como cualquier otro martes, me acompañaba a hacer las compras, se desesperó por permanecer en la zona de shampoo 15 minutos, pero le rogué paciencia, porque sabía que esos 15 minutos serían recordados el resto de mi vida. Tomó el shampoo rosa y caminó a la caja 7, no dudé en ir a ese lugar.

-            --Carajo José hay 20 cajas vacías y vas a la única que tiene cola--
-            -- Lo siento Santiago esto es inevitable--

Pagaron y yo pagué un jabón para disimular –mi carrito obviamente iba vacío. La cajera tardó larguísimos segundos en darme el cambio pero apuré el pasó para alcanzarla en la banda eléctrica que baja al estacionamiento. Luego Paulina volvió a discutir con su hermana y dio vuelta en U para volver a subir a la zona de cajas.

Llegué hasta la camioneta y juré que jamás la volvería a ver.

-               --José con tus pinches prisas se nos olvidó sellar el ticket del estacionamiento--

¡Divino olvido! Regresé a la caja 7 y he ahí a Paulina en idénticas condiciones que yo.
En los momentos de máxima adrenalina, todos tus sentidos están al cien, por eso pude ver en una milésima de segundo el bordado del suéter escolar “Paulina Maass”

-               --Hola Paulinita-- Le dije.