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martes, 17 de mayo de 2011

¿Qué día recibiré tu respuesta?


Él solamente le mandaba cartas de lunes a domingo, de enero a diciembre. Se inspiraba con Bacardí bajo el pretexto que le ayudaba a curar su pena. En realidad siempre estuvo herido. 

Borracho perdido, escribía tan rápido y con tan fea letra que, aunque algún curioso se hubiera acercado para enterarse, nadie habría podido descifrar el secreto. Porque su situación era un secreto. Uno que se revelaba en un papel que jamás era leído.

Al principio eran cartas voladoras. Si las cartas eran buenas las ataba a un globo y las miraba desaparecer. Las malas terminaban en la caja de arena del gato. A veces, cuando el gato se rehusaba a usar la caja, terminaba en el patio atado a un par de globos sobrantes. El gato: nunca voló. Las cartas: jamás se respondieron.

Tiempo atrás había sido un ecologista entusiasta; ahora se le antojaba más el fin del mundo. Las consecuencias climatológicas de sus globos le daban lo mismo, pero sus finanzas lo obligaron a cambiar de método. La idea le vino un día, un día que se cayó en la cocina y notó las filas de botellas vacías bajo el lavabo. Las contempló mientras se preguntaba cómo llegaron a ser tantas. 

Estuvo largo rato tirado, preguntándose cuestiones diversas, hasta que se le ocurrió levantarse.

Malditas botellas. Las contó: Doscientas cuarenta y cuatro.  ¿Dónde estaban los malditos corchos? ¡Maldita sea!

A lo largo de la semana, la idea de lanzar botellas al mar le parecía tan romántica que ir a comprar corchos fue para él como ir a la florería por una docena de rosas.

Las cartas navegantes fueron un éxito. Comenzaban con un "Querida Barbie" si estaba de buenas; si, de malas, las empezaba con un "Grandísima gran bruja". El estilo siempre era el mismo: Un ininterrumpido monólogo de preguntas a ella que se respondía a sí mismo, o una serie de reclamos desde ambos puntos de vista en los que se daba el papel de mediador durante la discusión. Escribía páginas con los pensamientos acumulados durante cada día. Algunas eran muy hermosas, otras eran muy ofensivas. 

Las cartas cerraban siempre con la misma frase: "Espero tu respuesta."

La última botella que lanzó contenía un mensaje breve:

"Querida Barbie:

¿Qué día recibiré tu respuesta?"

Olvidó firmarla.

En realidad no importó, pues, ése día, al caminar por la playa buscando el lugar propicio para el lanzamiento, estaba tan borracho que terminó por arrojarla contra una pila de piedras filosas. Se acercó tambaleante a recogerla recuperando de entre los vidrios el enrollado mensaje. Se cortó. Cuando notó la sangre en su mano, comenzó a maldecir a todas la divinidades jurando que jamás escribiría otra carta. Cumplió su promesa.

No pasó ni una semana cuando empezó a recibir respuestas. 

viernes, 6 de mayo de 2011

Can´t wait for the outfit

A raíz del festejo del Colegio América donde las exalumnas celebraban sus 25 años, Gonaro ha establecido la teoría de las 3 veces.

No, o sea no se refiere a la teoría de que la tercera vez es la mejor, porque la primera les duele, en la segunda el miedo sigue y no es sino en la tercera –metáfora ahora- cuando no queda ni la cáscara ni lo blanco de la sandía así que todo es dulce…

Bueno, según la “Teoría Gonárica” a la mujer –hoy en día- se le presenta 3 veces ante la sociedad. A los 3, a los 15 y a los 25.

Antiér publiqué un artículo en una página de moda, así que enrrachado en ese mundo, me dispongo a analizar el outfit de las tres presentaciones.

En la presentación de los 3, por cierto ante la virgen, el vestidito es totalmente blanco, conservador y puro. A los 15 años la cosa cambia, mucho más PE-GA-DI-TO, marcando las nuevas curvas… y porqué no un poquito de pecho al descubierto! ¡Ahora, están listas para tener novio!

A los 25, la vestimenta sigue siendo blanca… pero su imagen denota poco blanco. ¡Que bronceado presumen en cara, cuello, brazos, pechos, piernas, piernas, más piernas, más, más, más… basta, hasta ahí! 
Collar de flores, ¿color? ¡rojo sandía! ¡Ahora, están ya súper listas para tener novio!

Espero que esta evolución continúe y se abra la etapa de la cuarta presentación de la mujer. ¡I can´t wait for the outfit!

Dejen de matar muertos. ¿Ok?


Alegaban y alegaban tanto obreros como oficinistas que “alguien” se aparecía en la fábrica. Bendiciones, magia blanca, crucifijos… de todo se hizo.

Ahora el pobre de Leonardo -los domingos en la tarde- no oye más que su respiración y su teclado. PUTA SOLEDAD. ¡Please hagan algo para que regrese ese alguien! Ah ...y que porfa, sea mujer…