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viernes, 28 de septiembre de 2018

Medio ambiente




No me gusta mucho que me entrevisten, a veces me quedo pensando demasiado tiempo las respuestas. Estuve en el radio hace un par de meses durante la campaña política, a propósito, he de decir que ganamos, por muy poquito, pero ganamos. Bueno ahora sí, a lo que voy, en la entrevista el locutor me preguntó por mis propuestas respecto al “medio ambiente”.

Junto con la palabra cabello, “medio ambiente” también me causa bastante controversia. Se me hace tan “subir arriba”, tan redundante, tan mi ex diciéndome que el adiós era para siempre, tan dos veces lo mismo. Analícenlo.

Así mi mente empezó a analizar a media entrevista la redundancia y concentré todas mis neuronas en solventar la controversia. Tras segundos de mirar al horizonte le dije que mi principal propuesta respecto a “medio ambiente” estaba en la educación.

— ¿Mejores clases de Ecología y Ciencias Naturales? —  preguntó.

— De Español — respondí.

Creo que no me entendió.

Alberca


Se quejaban de la temperatura de mi alberca. Trataba de ser buen anfitrión, ajustaba la temperatura. La última vez 5 personas dijeron que estaba muy fría, las otras 5 dijeron que estaba demasiado caliente. Uno nunca puede complacer a todos. Hay que poner la temperatura de la vida a como nos gusta a nosotros mismos.

lunes, 10 de septiembre de 2018

Técnicas para alcanzar

Al principio, Macondo era una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. 

 Para Isabella, el mundo también era reciente. Yo la cargaba y ella alcanzaba las hojas previamente señaladas. Una vez atrapó una oruga que estaba atrás de una hoja;  pero un día, me señaló una flor que estaba a unos diez metros de altura. Le expliqué que era imposible alcanzarla, que estaba demasiado lejos. Ella volvió a señalarla insistiendo que la cargue para poder alcanzarla. 

Para evitar discusiones la cargué estirándome lo más que pude, ella sin levantar la vista estiró los brazos para arrancar la flor. Nos faltaron por lo menos unos ocho metros.

Bajé a la niña y le pregunté si la había alcanzado. Me dijo que sí, no con los brazos, con la cabeza. Se reacomodó el pelo luego de sentir que la flor la había despeinado. 

Ese día aprendí que muchas de las cosas, no se alcanzan con el cuerpo, se alcanzan con la cabeza. 

miércoles, 23 de mayo de 2018

No es culpa de uno sino del hilo



Se llama «arteria ulnar», esa que va desde el corazón hasta el dedo meñique.

Creo que es japonesa la leyenda; dice que desde el nacimiento, estamos atados del meñique a la persona que amaremos por siempre. El hilo rojo, siempre se puede estirar o contraer pero nunca romperse.

El problema —creo yo— es que el hilo es invisible y con tanto tráfico, barullo y ajetreo, uno al caminar por doquier va enredando el hilo con esas niñas que se van cruzando en el camino.

Entre tanto enredo, confusión y enjambre, uno se va equivocando de labio en labio. La clave es descubrir cuándo uno se ha equivocado. Buscando soluciones, me acordé que hace años transcribí un texto ajeno:

Mira muchacho -me dijo-, la vida de un hombre no es más que la búsqueda de una mujer. Fíjate que digo una mujer y no cualquier mujer. Y por una mujer, muchacho, me estoy refiriendo a “una de única”. El problema está en que el hombre siempre queda con la duda de si la mujer que encontró (si es que encuentra alguna), es esa una mujer que estaba buscando. Yo ya estoy viejo y he descubierto una fórmula infalible para saber si la mujer que uno encontró es la una mujer que estaba uno buscando..."
El viejo carraspeó y me confió: "Si tu le dices a una mujer que te duele una muela y ella, en lugar de mandarte al dentista o darte un analgésico, te abraza y deja que recuestes la mejilla en sus pechos, entonces, muchacho, esa mujer es la una mujer que andabas buscando...