-¿Qué pasa aquí?-pregunté a Iván-. ¿Regresé al pasado?
No podía creer lo que mis ojos veían. Al llegar al bar aquél (bastante overpriced para mi gusto), me encontré con un rostro que se me hacía familiar, pero no lograba hacer conexión. Mi mente buscaba y buscaba por todos sus archivos a una velocidad impresionante, y aunque no hallaba nada, un cierto escalofrío me recorría la columna. Los pensamientos se fueron encajando como las piezas de la orilla de un rompecabezas, ésas que son más fáciles de acomodar, aquellas que simplemente arman el marco, que dan algunos indicios de la imagen, pero ésta sigue siendo imperceptible.
CONTORNO SUPERIOR DEL ROMPECABEZAS
Estamos jugando futbol, suena un celular. Jorge se para en seco, le roban el balón y nos meten gol. Sin embargo, a él no le importa, pues simplemente se aparta de la cancha escribiendo un mensaje, sin hacer caso a nuestros reclamos e insultos.
CONTORNO DERECHO DEL ROMPECABEZAS
Otra imagen viene: timbrazos. Jorge marca un número de teléfono y cuelga. Instantes después, recibe una llamada del número al cual acaba de llamar. El móvil del cabezón amigo da unos tres timbrazos, y deja de sonar. Entonces Jorge marca al mismo número por unos segundos y cuelga. El número vuelve a llamar, y vuelve a dejar de sonar a los dos o tres timbrazos. Y así todo el día, toda la noche, en la escuela, en los tacos, en las chelas...
CONTORNO INFERIOR DEL ROMPECABEZAS
Una última imagen. Jorge llorando en la penumbra del rincón, con una gotera sobre él (la cual creemos que es la causa de su calva de fraile). Se reprocha de que ya no lo quieren volver a ver, después de todo lo que pasó, las humillaciones, los choques, el dinero invertido. Todo lo que hizo por ella, para recibir esto a cambio. Toma su guitarra y comienza a tocar y a entonar una pegajosa melodía:
Mira que sufrimiento, ahora que cortamos no se qué hacer... si gastarme todo este dinero que tiraba en ti o darme el placer...
VISUALIZANDO LA IMAGEN
Un nombre me vino entonces: Ale. Ale Calderón. Hice un doublecheck. Sin duda, Ale. ¿Qué hacía allí?. Otra vez los timbrazos, las llamadas, el autismo de Jorge. De nuevo vivir la pesadilla de ver a nuestro amigo envejecer cada día. Puta madre, Ale. Fue entonces cuando me dirigí hacia Iván y le pregunté:
-¿Qué pasa aquí? ¿Regresé al pasado?
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